Sonidos sordos, cortados, espesos.
Azules hojitas de ciprés muerto
bajo un sol que apenas se ve por
la sombra centinela de las nubes,
se tambalean entre el bien y el mal.
Recojo uno a uno, con cuidado,
livianos pedazos de ti, y los lanzo
de nuevo al suelo y salto encima,
pisoteándolos y pateándolos
como hice siempre.
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1 comentario:
Sigue escribiendo, beibi!
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