miércoles, 14 de abril de 2010

ENVIDIANDO A LAS MOSCAS

Atrapé una mosca al vuelo y la retuve en mi mano varios segundos. Lentamente abrí un pequeño agujero entre mis dedos para observarla fijamente. Estaba quieta, inmóvil, apenas sin respirar. Por esa minúscula rendija pude observar su miedo o la sensación que pueda experimentar un insecto en un estado parecido.
La odié. La odié tanto por poder volar que cerré fuertemente mi mano, pero no la maté, no quería matarla... sólo quería que supiera lo que siente alguien atrapado en el mundo.

¿Por qué ella era libre y yo no?

No podía comprenderlo, así que agarré una de sus alas con mis dedos y tiré bien fuerte. Después, hice lo propio con la otra. La dejé membrada de sus extremidades más preciadas, las que yo tanto odiaba. Ya no era nada... eramos idénticos.Permanecería el resto de su miserable vida como yo, pegada al suelo.

3 comentarios:

Kurai dijo...

SI lo hubieras escrito con una mariposa, me hubiera dado pena... putas moscas cojoneras!! (si, pasando totalmente del significado)

Besu!

Anónimo dijo...

¬¬ eres super cruel.

T_T

Pocas.Pecas dijo...

Yo me sé de uno que pronto volará =)